El experto en educación emocional y embajador Santillana hace un llamado a las comunidades educativas para que prioricen el tratamiento de problemas socioemocionales de sus estudiantes de acuerdo a la urgencia de los mismos.

Los dos años de pandemia, sin actividades escolares presenciales de por medio y con una baja en las relaciones sociales cara a cara, dejaron huella no solo en materia aprendizaje, como lo evidencian los resultados del Simce 2022, sino que también en el ámbito de la convivencia.

Con la vuelta de ese periodo marcado por el encierro y, en muchos casos, la experiencia de pérdida de un ser querido, la sociedad en general y las comunidades escolares en particular se están enfrentando a un contexto con más problemas de salud mental y conductas de riesgo en los menores, advierte Jorge Varela, embajador Santillana y experto en educación emocional.

Por ello, además de retomar el aprendizaje y mejorar en resultados académicos, es preciso tener en cuenta el ámbito emocional. “Nuestros colegios están siendo desafiados con esto”, dice.

Ante este panorama, el profesional plantea que es necesario intervenir distinguiendo muy bien los distintos niveles de riesgo, en la idea de prevención primaria, secundaria y terciaria.

Con esta lógica se busca priorizar la atención y el nivel de profundidad de la misma. “No todos los menores tienen los mismos niveles de riesgo”, agrega Varela.

Por ello, agrega, “se necesita armar un triángulo con niveles de riesgo o un cuadrante”. Se trata, explica, de un modelo que ayuda a determinar niveles de bienestar o problemas de salud mental y, según eso, determinar una intervención y apoyo más focalizado para esos menores, concluye el experto.

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