Cambio de metodología, utilización más extensiva de los recursos tecnológicos y un mayor protagonismo del estudiante en su proceso de aprendizaje son parte de los cambios que llegaron para quedarse y que son un reto para los colegios y sus comunidades educativas.

La pandemia generada por el Covid trajo consigo una serie de cambios en el escenario educativo. Las clases presenciales, en las que el profesor era el protagonista, se transformaron en sesiones online, ocupando una tecnología existente, pero que demandó adaptación, preparación y cambios metodológicos. 

Tras casi dos años, se comienza a definir una vuelta a la normalidad. Mientras en países escadinavos como Dinamarca, Noruega, Finlandia y Suecia se han levantado todas las restricciones impuestas por la pandemia; en Chile, tanto las autoridades salientes como las que asumen el 11 de marzo, han planteado la necesidad de iniciar las clases presenciales.

Así como el surgimiento de la pandemia significó adaptaciones para el mundo de la educación, especialmente en la formas de enseñanza, comunicación y organización del tiempo, retomar el escenario de la presencialidad también lo será. 

Bernardo Recamán, matemático de la Universidad de Warwick, Inglaterra, en un artículo publicado en Ruta Maestra, señala que si bien ninguna tecnología reemplaza el intercambio y los lazos profundos que se establecen en el contacto directo entre profesores y estudiantes “las plataformas digitales son, en efecto, ideales para instruir, para transferir información, incluso para hallarla y aumentarla. Es lo que estamos descubriendo poco a poco ahora que hemos comenzado a regresar a los colegios y universidades”.

Aula invertida

Este nuevo contexto hará que la escuela no sea la misma desde antes de la pandemia. En conversación con Nos Mueve Compartir, Laura Lewin, consultora argentina especialista en educación, plantea el concepto de aula invertida, metodología que otorga mayor protagonismo al estudiante. “Necesitamos que el foco, en vez de estar puesto en el docente, esté en el aprendizaje. Por eso hay que trabajar en aprendizajes activos”, dice.

Explica que la idea es superar el modelo de transmisión de contenidos de un docente parado al frente del pizarrón. “El concepto de aula invertida me parece muy significativo para esta nueva era en la educación, en donde los chicos en sus casas ven un video corto, interesante, para después ir a la escuela y aplicar ese contenido (…) el aprendizaje no es un deporte para espectadores, tenemos que ponerle el cuerpo y el alma para poder aprender”. 

Por eso, concluye, que es necesario capitalizar todos los recursos para que los alumnos aprendan más y mejor. “Incorporar la tecnología como un medio pedagógico, no como un fin”. En dicho sentido, que las plataformas y aplicaciones tecnológicas acerquen el contenido de una forma más amena. Esto, advierte, no debe confundirse con soportes como Zoom, que permiten conectarse, pero que no construyen aprendizaje. Por eso, es fundamental combinar la clase asincrónica, cuando los estudiantes ven un texto, un video, con lo que después pasa en la clase sincrónica, por ejemplo por Zoom, donde esos contenidos se activan.

Los desafíos y cambios que trajo la pandemia en el mundo de la educación están por verse, y no muy en corto plazo. “No sabremos antes de varios años, quizás décadas, qué tanto cambió la educación por causa de la pandemia y todo lo que nos forzó a ensayar e implementar”, afirma Bernardo Recamán. 

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