Corresponde a una emoción compuesta, con matices, que puede derivar de la rabia, coraje, enfado, enojo, indignación, furia, cólera y odio. Aquí una propuesta de la Guía de Recomendaciones Emocionales sobre cómo manejarla si está presente en tus alumnos.
La ira es parte del grupo de las emociones básicas. Sin embargo, se podría decir que es compuesta o presenta ciertos matices, ya que puede reflejar rabia, coraje, enfado, enojo, indignación, furia, cólera y odio, con las diferencias de intensidad que expresan cada uno de estos conceptos.
La complejidad de la ira radica en su dificultad para gestionarla y la frecuencia con la que puede darse tanto en niños como en adultos. Además, puede desencadenarse ante el sentimiento de injusticia, frustración, celos u otra.
Junto con ello, la ira puede derivar en conductas agresivas o violentas, como empujones y golpes, lo que se debe evitar.
Acá te entregamos 5 recomendaciones para que trabajes la ira con tus estudiantes:
- Actuar como modelo y referente, pues el docente es un ejemplo para sus alumnos. Es esencial actuar con calma y control en todo momento.
- Descargar y retomar la calma, ya que la ira activa un gran nivel de energía que es necesario exteriorizar de forma canalizada. En este sentido, la actividad física es una aliada.
- Validación de la emoción, hablar de ella y de la situación que la causó, ofreciendo soluciones positivas para conducir la emoción de forma más adecuada.
- Estrategias de autorregulación, las que pueden contribuir a gestionar la ira. Por ejemplo, expresar lo que se siente, pedir ayuda, escuchar música, dibujar, pintar, hacer yoga u otra práctica de relajación.
- Empatía, enseñar a reconocer las emociones propias y las de los otros. De esta forma los niños comprenden que sus acciones pueden causar reacciones en sus pares y afectar el bienestar mutuo.
